Sin entrar en la polémica que rodea a esta nueva asignatura ni en la controversia de su implantación, me gustaría comentar el papel que puede jugar, y juega, nuestra asignatura como agente eficaz en la educación de futuros ciudadanos.
Siempre he creído en las posibilidades del deporte como transmisor de valores y como vivero de experiencias de todo tipo para nuestros niños y jóvenes. También como escuela formativa de personas, deportistas y ciudadanos.
Por medio de la práctica de la educación física y el deporte se aprende a ser responsable en el cuidado de uno mismo mediante la gestión del propio cuerpo, aquel que debe durarnos toda una vida.
Conocemos la importancia de potenciar las conductas positivas y huir de las negativas, así como los efectos perversos de drogas, alcohol, sedentarismo, etcétera.
Cuando hablamos del respeto y de la igualdad en las relaciones humanas, debemos decir que, desde nuestra área, siempre hemos tenido como objetivo aceptar las posibilidades y limitaciones propias, y especialmente las de los demás. Mediante el conocimiento de nuestro cuerpo también conocemos el de los otros y somos conscientes de nuestras igualdades y diferencias. Aprendemos a asumirlas y convivir con ellas.
En pocas asignaturas se ha avanzado tanto en la consideración de hombres y mujeres como iguales; en hacer de las posibles diferencias de género una riqueza y no un problema; en la igualdad de oportunidades a la hora de jugar, divertirse y competir.
Las mujeres han podido acceder a actividades antes consideradas «masculinas» y han visto aumentado el repertorio de posibilidades en la práctica físico- deportiva.
Vivir en comunidad y en sociedad significa convivir y compartir, teniendo siempre presente los derechos y deberes en cada uno de los ámbitos de socialización donde nos movemos.
En las clases de Educación física y deportes las interrelaciones personales son continuas y diversas. Aprendemos a respetar reglas, la importancia de la justicia en el juego, de la libertad y la creatividad, de la solidaridad, de la ayuda recíproca, de la cooperación. De la misma forma puede enseñar a reconocer la injusticia, la intolerancia y situaciones discriminatorias. Igualmente a tolerar la derrota y saber actuar en la victoria. A comprender que hay otras formas de resolver los conflictos y a adquirir «herramientas» para ello.
En nuestro país cada vez es más frecuente la presencia de alumnos y alumnas de otros países en los centros escolares. Diversas razas, culturas y religiones se entremezclan y se manifiestan diariamente en nuestros patios. La interculturalidad que se produce desde hace muchos años en el deporte se traslada a colegios e institutos, y es en la clase de educación física, por sus características, donde más se manifiesta la misma.
El deporte es universal y todo el mundo lo ha practicado de alguna forma. Es un lenguaje que permite y posibilita las relaciones entre «las gentes» del mundo, convirtiéndose en un magnífico vehículo para una cultura de la paz. Y, aunque a veces el deporte es utilizado para lo contrario, son muchas más las veces que sirve a los propósitos antes descritos.
Podríamos seguir haciendo algunas consideraciones más, pero creo que son suficientes. Lo dejo a la voluntad del posible lector.
Los profesionales de la educación física y el deporte no podemos ni debemos renunciar a que nuestra asignatura sea fuente de desarrollo de esta “competencia” para ser ciudadanos.
Todavía, finalizando la primera década del siglo XXI, hay muchas veces que nos enfrentamos a la incomprensión de padres y alumnos, y lo que es peor, de muchos compañeros, por lo que ellos consideran una asignatura improductiva o sin objetivos concretos a corto plazo. Incluso, nosotros mostramos complejos al defender nuestras posibilidades como área importante en la formación ética y moral de nuestros alumnos y alumnas, centrándonos en lo corporal, sin mostrar entusiasmo hacia fines y metas ligadas al carácter, a la formación de la personalidad, de los futuros ciudadanos de nuestro país. Ciudadanos que, por otra parte, deberán seguir practicando actividades físicas recreativas, lúdicas o deportivas como parte importante de su vida. Aunque sea con el fin de mantener un buen estado de salud y un estilo de vida sano que posibilite su bienestar y el de su familia.
Con todo ello quiero reivindicar en este blog el sentido y la orientación humanística de la educación física como agente social importantísimo en la formación de las personas. Debemos ser un espacio y un tiempo semanal no sólo de prácticas corporales, sino también de participación democrática, de igualdad, de valores cívicos y escuela de ciudadanía.
Esto no es reinventar nada, y sí poner en valor lo que deberíamos haber sido siempre
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