martes, 30 de noviembre de 2010

Cuídate a ti mismo corriendo unos minutos cada día

Cuídate a ti mismo corriendo unos minutos cada día

Ahora que llega el verano son muchos los que desean ponerse en forma o simplemente dedicar parte de su tiempo libre a hacer deporte. Una de las actividades más apetecidas es correr, y más si no se ha tenido tiempo o no has encontrado la motivación necesaria en los meses anteriores.

Como ya relaté en otro post, a mí me gusta correr y no necesito convencerme mucho para ponerme las zapatillas y salir a la calle, al parque o al monte y hacer kilómetros. Todos necesitamos un espacio de sensaciones propio, único para dedicarte un tiempo personal e íntimo. Yo lo consigo corriendo.

Pero hoy quiero hablar de cómo hacerlo y de algunas cosas a tener en cuenta. Lo hago a raíz de las preguntas de un amigo que este verano quiere vivir o revivir la experiencia del corredor solitario con la mente como única interlocutora y compañera.

Lo primero que hay que tener, además de ganas, son unas buenas zapatillas. No debes envolver tus pies en cualquier cosa si no quieres abandonar rápido como consecuencia de dolencias que te hagan desagradable la experiencia. En el mercado existen muchas posibilidades que a buen seguro se adaptarán a tus necesidades y apetencias. Es lo más importante.

Elige por dónde correr. Te recomiendo los espacios naturales. Si no es posible, un parque amplio con varias alternativas de recorrido puede bastar. También correr por carretera, pero es más peligroso y arriesgado. A ser posible debes conocer antes la ruta, aunque tengo que confesar que a mí una de las cosas que más me gustan es perderme por caminos y encontrarme con nuevos espacios, desconocidos y descubrirlos a mis ojos por primera vez.

Te recomiendo las primeras horas de la mañana, en parte porque gozarás de una mejor temperatura y apreciarás cómo el sol, todavía en el horizonte, se esfuerza tanto por salir como tú en cada zancada, encontrando un compañero de viaje que, aunque conocido y esperado nos hará más agradable nuestra carrera. La tarde también tiene su aquel. Sobre todo cuando el mismo sol anterior decide marcharse nos homenajea a cualquier corredor con luces y contrastes sólo visibles a última hora.

Calienta y hazlo de manera concienzuda. No hay nada más desagradable que empezar a correr y tener que parar por molestias. Sobre todo estira bien todo el tren inferior, sin olvidar el resto del cuerpo. Incluso te recomiendo algunos ejercicios de tonificación muscular utilizando el propio peso del cuerpo: fondos de brazos, sentadillas, zancadas hacia atrás, abdominales, lumbares... Además de poner el cuerpo a punto para la carrera ayudarás a combatir dolores de espaldas, molestias en las piernas, hombros, etcécera, que aparecen cuando corres durante periodos prolongados en el tiempo: más de una hora o en torno a los 10 km.

En relación con lo anterior es muy importante si vas a ser un asiduo running men que alternes días de carrera con ejercicios de musculación. Es muy importante tener un buen tono muscular en las piernas y sobre todo en toda la cintura pelviana, verdadero sostén de la actividad, que debe de estar bien preparada para no tener dolores lumbares y en la parte superior de la espalda.

Te recomiendo este enlace donde podrás, señalando los músculos del cuerpo que te interesen, encontrar numerosos ejercicios, fotos y vídeos de los mismos con el fin de que puedas elegir aquellos que te sean más fácil de practicar: http://www.sportlife.es/front/fitness/guia-musculacion

Hidratarse antes de comenzar y si es posible durante el ejercicio también evitará pasar esos momentos donde te beberías una piscina entera además de bañarte en ella. Bebe líquidos y si son enriquecidos con minerales mucho mejor. Si corres por la mañana un buen batido de leche y frutas será suficiente y te aportará energía para la carrera.

En cuanto al recorrido depende de tu estado de forma. A mí me gusta alternar terrenos llanos con algunas cuestas y pendientes para elevar el nivel de pulsaciones y vivir el placer de esforzarte y conseguir seguir adelante sin parar. Lo mismo pasa con el tiempo o la distancia. Depende de tus apetencias y de tus necesidades. Mi consejo, que te encuentres siempre a gusto y que el día siguiente quieras volver a salir de nuevo y no que hayas quedado tan hecho polvo que piensas en no volver a correr nunca más.

Cuando tengo tiempo corro más y con un ritmo más moderado, disfrutando de las sensaciones de la carrera, del paisaje, de mí música y de mis pensamientos. Ese es el objetivo. Cuando el tiempo es menor por lo que sea, hago cambios de ritmo y elevo la intensidad buscando otro tipo de sensaciones y fines.

Por último y para cuando hayas acabado, te hayas duchado y estés tranquilo en tu butaca tomando un merecido refrigerio, te recomiendo una lectura: De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki Murakami. Te identificarás en muchas cosas con el autor y, sobre todo, te motivará a seguir haciéndolo cada día y durante más tiempo.

Disfruta de cada zancada, de cada kilómetro como si fuera el último. Las sensaciones serán siempre distintas.

El hombre tranquilo

Acabo de ver una entrevista realizada en televisión a Vicente del Bosque, la persona y el personaje español, con permiso de los jugadores de la selección, más famoso y admirado en nuestro país y en buena parte del «mundo mundial». Sin embargo, su rostro y, sobre todo, sus gestos, no han variado mucho de los que expresaba como el entrenador que hace casi un mes, un 16 de junio, se sentaba en el banquillo y dirigía el primer partido de nuestra selección de fútbol en la Copa del Mundo de Sudáfrica.

Todos sabemos el resultado de aquella primera batalla, y el terremoto originado por la misma, fundamentalmente entre la prensa deportiva de nuestro país, tan dada a crear héroes como a derribarlos en un santiamén. «La España de siempre» volvía como un espectro del pasado a oscurecer nuestro destino y repartir su pesimismo más cañí por toda la piel de toro. De pronto, a las primeras de cambio y recién aterrizados nos daban con las puertas en las narices y nos dibujaban una cruda realidad: esto es un Mundial y aquí no hay nada fácil.

Mucho más tranquilos que los medios estaban los jugadores de nuestro equipo, y todavía más el cuerpo técnico con Del Bosque a la cabeza. Nadie mejor que ellos eran conscientes del accidente sufrido. La visión del partido en vídeo no hizo más que confirmar que España había jugado bien. Una jugada desgraciada, con varios rebotes, todos en contra se convirtió en cruda fatalidad, traduciéndose en gol del rival que nuestro juego no fue capaz de equilibrar ni superar.

Por otra parte, sucedió algo que podía volver a suceder y que ninguna vacuna ni antídoto en forma de táctica o es- trategia podría impedir. Puedes prever el error y, sin embargo, no poder evitarlo. El fútbol, como cualquier juego colectivo, es complejo y dentro de su complejidad tiene gran peso el azar, la aleatoriedad lo que le hace continua- mente flirtear con el caos, alternándose orden y desorden de una manera no previsible, aunque sí probable; teniendo como objetivo los contendientes impo- nerse al otro, dominando precisamente, tanto lo que se espera como lo ines- perado, adaptándose a las circuns- tancias y venciendo a las mismas.

El partido de Suiza no ocurrió como se esperaba, pero nos enseñó que podría pasa más veces. Una jugada aislada, un error, un lapsus de concentración, un interruptus espacio-temporal en nuestro exquisito juego de posesión-obsesión por el balón y nuestro gozo en un pozo.

Gestionar estos momentos no era fácil para cualquiera. Menos con todo el planeta contemplándonos como favoritos, gracias a la fácil verborrea de nuestros voceros, que nos habían proclamado campeones antes de jugar, y también por la ansiedad acumulada durante años de frustraciones en anteriores participaciones: jugamos como nunca y perdimos como siempre.

Sin embrago es cuando sobresale más necesaria que nunca la figura de un entrenador tranquilo, equilibrado, conocedor del mundo del fútbol y de lo que a éste le rodea, que aglutina en su haber cualidades personales destacables y capacidades profesionales muy meritorias.

Me detengo aquí para defender la profesionalidad de este tipo, tan Juan Español, tan buena gente, que parece que sólo es eso. Nada más lejos de la realidad. Este señor ha demostrado capacidad de liderazgo. Quizás un liderazgo al que estamos poco acostumbrados: compartido con su equipo técnico, que escucha, que se enriquece, que evoluciona y que se adapta a las circunstancias cambiantes que exige la dirección de un equipo, donde la única certeza es que todo es incierto y cambiante. Pero, además, ha demostrado conocimientos de los rivales, preparación de los partidos, capacidad de reacción ante lo que no funciona o lo sorpresivo, manejo de lo imprevisible. Y todavía más. Ha sido un gran director de recursos humanos, un gerente de las emociones y sentimientos, un distribuidor de los afectos eligiendo para ellos las palabras, los gestos y, sobre todo, los momentos oportunos.

Nos ha enseñado el significado verdadero y si añadidos de la palabra RESPETO. Sí. Con mayúsculas: al deporte, a sus rivales, a sus críticos, al buen fútbol, a sus jugadores, etc. contribuyendo con sus actos a dar lecciones de educación deportiva y de ciudadanía a todos los que hemos querido aprender. Nunca fue mejor aplicado el dicho: “por sus obras le conoceréis”. El Señor Del Bosque nos ha dejado, además de una Copa, un monumento a la humildad bien entendida; al orgullo sano sin vanidad. Nos ha enseñado que hasta en las más altas realizaciones y adversidades a las que se enfrenta el espíritu humano tiene cavidad la generosidad, la bondad, la buena gente, y que unidas a la diligencia, a la profesionalidad y a la búsqueda de la excelencia ninguna meta es inalcanzable: no hay nada imposible.

En un mundo, el del deporte, tan lleno de estrellas, tan teatrero, tan farandulero, destacar precisamente por todo lo contrario tiene mucho mérito y debemos saber reconocerlo y decirlo.

Vicente del Bosque es una persona ejemplarizante, es decir, capaz de ser ejemplo para otros. Ojala sea así y sus formas se generalicen por el bien de todos.